Siempre lleva ropas de luto con ella.
De ese modo, puede empezar un retrato en cuanto se lo solicitan.
Y así ha ocurrido hoy.
Después de ponerse el vestido de luto en la cabaña del muelle, sube a bordo del ferry que va río abajo. Tiene las manos ocupadas: en una lleva el maletín con sus herramientas de pintar y en la otra la bolsa para su vestido de luto.
Ha oído que un hombre rico se está muriendo en una ciudad a veinte kilómetros río abajo.
La retratista de muertos